jueves, 28 de enero de 2016

DON FRANCISCO CABRERA: "Si volviera a nacer, volvería a ser docente".

     

     Maestro de vocación, don Francisco Cabrera ha impartido clase durante más de cuarenta años, parte de ellos en nuestro centro, donde ha dejado un grato recuerdo, además de una gran dosis de experiencia y sabiduría, entre sus compañero/as y alumno/as. Hoy, ya jubilado, repasa con nosotros sus comienzos y su trayectoria profesional, y nos cuenta en qué ocupa su tiempo actualmente. 

       
     ¿En qué año comenzó usted sus estudios universitarios y qué clase de estudios ha realizado?

Hice el Bachillerato Superior por la especialidad de Ciencias en el Colegio Salesiano de nuestro Pozoblanco. Iba a examinarme -el examen se hacía sobre libros enteros en un par de días o día y medio-, de todas las asignaturas, al Instituto Fray Andrés de Puertollano (Ciudad Real). Empecé a estudiar la carrera de Magisterio en el curso 63-64, estudiaba en casa, me ayudaba D. Antonio Rodríguez Márquez, entonces maestro en el Colegio Manuel Cano Damián, iba a examinarme a La Normal (así se le llamaba a la Escuela del Magisterio). El tercer curso lo hice “oficial”, estudiando en la propia Escuela. Acabé en el curso 65-66. En mitad, en el curso 64-65, tuve mi experiencia universitaria con el “Preu”, realizando el examen del “pase” en la Facultad de Veterinaria de Córdoba. No pude continuar en la Universidad por problemas económicos (las becas eran muy difíciles entonces: teniendo beca y aprobando el “Preu” en junio, no me la concedieron al curso siguiente). Decidí  acabar Magisterio. El curso siguiente 66-67, realicé Oposición al Cuerpo del Magisterio. Mi primer destino como funcionario fue Pedroche, del que guardo un gratísimo recuerdo.


¿Dónde cursó su carrera? ¿Por qué?

Ya lo he explicado: en casa con maestros particulares y, en el último curso, en la  Escuela Normal de Magisterio Fernando III el Santo en Córdoba, edificio que hoy posee la Junta de Andalucía en la calle San Felipe, frente a la Parroquia de San Nicolás de la Villa.
¿Por qué? Córdoba era lo más cercano y por lo tanto más accesible.


¿Cuántos años se ha dedicado usted a la docencia?

Cuarenta y seis años. Se me hicieron cortos. He disfrutado con mi profesión. ¡Cuántas gracias he dado a Dios por ello! Si volviera a nacer, volvería a ser docente.

Don Francisco, en un momento del emotivo discurso impartido el día de su jubilación  

En general, ¿qué balance haría de ellos? ¿Está satisfecho con la labor que ha realizado?

He pasado, como es normal, por diferentes etapas. Desde pequeñines de 1º de primaria hasta los mayores de 8º de EGB, incluyendo el primer Ciclo de la ESO. Sin olvidar mi estancia en la Campaña de Alfabetización de Adultos. Mi trabajo y vocación se ha centrado entre los 12 y los 14 años. Casi todos mis años profesionales han sido sobre esas edades. Siempre lo he buscado así.

Hablando sobre el balance que haría de ellos, a mí mismo me ha sorprendido que siempre fui, hasta el final, con mi cartera bajo el brazo con la misma ilusión que cuando empecé en 1967.

Si la satisfacción se mide con el termómetro de la ilusión del día a día, sí he quedado satisfecho, aunque tantas cosas faltaban por hacer…


¿Por cuántos centros educativos y por qué provincias ha pasado a lo largo de su etapa como profesor?

Provincias, solo Córdoba. Centros, varios: Agrupación Escolar Alejandro Cabrera en Pozoblanco, Alfabetización de Adultos en Pedroche, Colegio Público Nicolás del Valle en Villaralto y, ya en Pozoblanco, Colegio Salesiano San José, C.P. Virgen de Luna e IES Antonio María Calero.


¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser profesor?

Ya de niño mis juegos infantiles eran “hacer escuela”: corregía cuadernos, anotaba calificaciones…; sin embargo, cuando acabé el Bachillerato, quería hacer Peritaje Mercantil. Gracias a que obedecí a mi padre, él me inclinó por la enseñanza. Me hubiera estrellado de Perito Mercantil, pues jamás me ha gustado la Economía.


¿Cuántos años ha estado usted en el IES Antonio Mª Calero? ¿Qué valoración haría de ellos?

Inicié mi periplo en nuestro Instituto el uno de septiembre de 1998. La jubilación fue el 31 de agosto de 2013. Luego, si echamos la cuenta, 15 años.    

Han sido para mí unos años geniales. Siempre he valorado el compañerismo y la buena aceptación que hemos tenido. Yo, sinceramente, me he sentido “como en casa”. Volvería a repetir.


De los muchos alumnos y alumnas a los que ha impartido clase en nuestro centro, ¿hay alguno del que se acuerde especialmente? ¿Por qué?

Don Francisco, junto a su última tutoría de 2º ESO A
Claro que me acuerdo. Es cierto que se me van olvidando los nombres al perder el contacto. Me saludan por la calle, los saludo y a algunos les pregunto cómo se llaman.
Por circunstancias de vecindad o familiares, siempre a algunos se les ve más y se les recuerda mejor por ello. Pero el acordarme especialmente es por cursos. Mi última tutoría me es imposible de olvidar. Me hicieron feliz. Ahí he puesto su foto. Entonces eran 2º ESO A. Hoy están en Ciclos y 1º de Bachillerato.


¿Cuántos años lleva usted jubilado? A lo largo de ellos, ¿ha echado de menos su profesión?

Este curso 2015/16 ha sido el tercero de mi jubilación. Naturalmente que la he echado de menos, siento que uno debe vivir en función de las personas que nos rodean, y “mis alumnos” eran personas que me rodeaban. Sin embargo, la vida tiene sus diferentes etapas y yo quiero asumirlas con alegría.


Ahora que tiene más tiempo para usted, ¿a qué lo dedica?

Lo dedico a la vida familiar y la Evangelización en la Parroquia de San Sebastián.


Siempre se ha caracterizado por impartir sus clases de manera diferente. ¿Cree que su metodología lo ha acercado más a los jóvenes?

He sido siempre un enamorado de la Pedagogía del Padre Manjón y de San Juan Bosco. Clases al aire libre y el sistema preventivo. Así me acercaba a los jóvenes. Me ha gustado la metodología lúdica, es decir, aprender jugando. Cuando me encontraba con antiguos alumnos en la calle o en el bar, siempre me preguntaban si seguía con los equipos y las divisiones. Veía que les había impactado. Pues nada, a seguir. De vez en cuando modificaba para que yo tampoco me aburriera, pues para mí hubieran sido muchos años repitiendo lo mismo.


¿Cree que la enseñanza actual es mejor o peor que la que recibió usted en su época de estudiante? ¿Por qué?

Es totalmente diferente. Yo estudié Bachillerato en el Colegio Salesiano. Iba a examinarme a Puertollano. En dos días nos examinábamos de todas las asignaturas y de los libros completos, como he dicho antes. Hoy con los parciales cambia la cosa.
Como docente, he vivido varias Leyes Educativas. Para mí, la mejor, la antigua EGB.
No existían como ahora a tan gran nivel las nuevas tecnologías en educación. Pero yo, que también he vivido con ellas, las he utilizado. Lo mejor, y perdonen si no coinciden: maestro, tiza y puerta cerrada. Parecen un jeroglífico las tres últimas palabras. Lo voy a explicar: Maestro (Vocación y entrega hacia el alumnado), tiza (enseñanza directa y personal, de tú a tú) y puerta cerrada (no me gustaron las injerencias desde fuera, ¡dejadme trabajar!).


¿Qué piensa de la presión a la que se somete a los alumnos y alumnas?

Creo que no hay tanta presión. Los alumnos de hoy, aunque no todos, tienden a ser más bien poco responsables. La vida se la estamos dando los adultos demasiado fácil. Cuando yo era alumno, estábamos muy exigidos por padres y profesores, pero a eso no le llamábamos presión, le llamábamos responsabilidad. De adultos lo hemos agradecido.


¿Ha aprendido algo de los jóvenes a los que ha impartido clase?

¿Cómo no? Ellos han ido marcando mi pedagogía. Me han hecho rectificar haciéndome ver mis errores. Pero fundamentalmente me enseñaron que lo principal para el ser humano es que se den cuentan que se les quiere. Hoy el mundo y la familia tienen muchas carencias afectivas.


Para finalizar, ¿podría referirnos alguna anécdota curiosa ocurrida durante el ejercicio de su profesión?

Voy a contar varias, una en cada destino.
Agrupación Alejandro Cabrera en Pozoblanco:   Me nombraron maestro interino de dicha Agrupación para alumnos de 6º Curso de Primaria. No había alumnos.

Alfabetización de Adultos en Pedroche: Llevé a los alumnos de excursión a Granada. Rifamos un jamón para recaudar fondos. Lo colocamos en uno de los bares de la plaza. D. Rodrigo Cota, entonces párroco en Pedroche, me tomaba el pelo porque aquello era una paletilla.

Colegio Público Nicolás del Valle en Villaralto: Se organizó por parte del Centro una excursión al Santuario de Guadalupe. Se preveía agua. El director convocó al claustro de profesores  para ver qué hacíamos. La idea era suspenderla. Me encabezoné y los convencí. Sí hubo excursión, pero llovió a mares. Todavía recuerdo a profesores y alumnos apelotonados, en la plaza de Guadalupe, protegiéndonos de la lluvia debajo de unos soportales.

Salesianos de Pozoblanco: Fui con mis alumnos Campeón Provincial de Voleibol. Nos desplazamos a Córdoba a la final y éramos el único equipo, nos vinimos campeones y sin jugar un solo partido.

Colegio Virgen de Luna en Pozoblanco: Estudiando el tráfico en la clase de Sociales, los alumnos vinieron todos con bicicletas, hicieron las señales de tráfico como trabajo manual. Yo busqué cubiertas de coche de mi amigo Manuel Redondo Navas, ya fallecido. Hicimos un parking en la pista de balonmano y resultó un acontecimiento.

IES Antonio María Calero: ¡Dos con cinco! ¿Qué? Mis alumnos ya me entienden.



Mónica Pérez González

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